20100121

* (siete meses antes)

El Hombre me abre la puerta él mismo, es una oficina muy corriente. No me invita a que me siente y él tampoco se sienta, así que parece que el asunto será breve pero en realidad habla durante casi una hora, yo le pregunto: en qué consiste. Él me dice: son muertos que hay que enterrar, yo le pregunto: donde, y él me contesta: donde los muertos quieran. Son muertos bonitos, lustrosos, limpios, agradables al trato. Pesan un poco, como todos los muertos, ocupan un poco y condicionan, pero no dan mucho quehacer, no opinan, no te intentan convencer, un cigarro, no gracias. No fumo cuando tengo que prestar atención, Ilaria decía: cuando no sepas qué hacer, fúmate un cigarro. El Hombre mira sus estanterías, está rodeado de estanterías como un CARACOL.


Me dice: tienes que cruzar la frontera y llegar a Losestadosunidosdenorteamérica. Estos muertos son de allí y allí tienen que acabar. Son de ese tipo de muertos que nadie quiere, se los han ido pasando de uno a otro y han acabado aquí, añade otras cosas que podría hacer al otro lado de la frontera para aumentar un poco mi salario El Hombre para de hablar para respirar y mirarme. Dice: “una bonita suma”. Dice: lo malo del trabajo es que no se sabe cuando terminará ni como. Donde los muertos quieran y cuando los muertos quieran, pero a veces es difícil de averiguar porque los muertos en realidad no quieren. Ellos dicen que sí quieren pero en realidad no. Enterrarse es el fin. Estos son de esa clase de muertos que piensan que no hay nada después. J. me decía que ya era hora de que empezara a vivir del todo, pero por otra parte solía decir muy a menudo “no hay prisa”. Esta mañana he pasado por delante de su casa y había un grupo de personas rubias esperando el autobús. Todos eran rubios por casualidad. Concéntrate me digo, y El Hombre sigue hablando desde las alturas de sus estanterías: tienes que: meter a tus tres muertos en la maleta, cruzar sin que te abran la maleta, no hablar de lo que llevas en la maleta, principalmente no hablar, escuchar mucho más que hablar, y una vez allí quedarte, hang around, ver qué pasa. Me dice: nos veremos pronto, y: contigo hasta la puerta del avión pero a partir de ahí estás solo, y: por aquí, adelante, y abre una puerta de las que dan al pasillo, y entramos en la morgue y allí me presenta a los tres muertos.