20100121

Me dice bienvenido

Me dice: "bienvenido", después paso un día con la maleta a cuestas tratando de devolver la bicicleta robada, con su basket y el claxon en forma de luchador de sumo. Me encuentro con el chico de negro otra vez y el chico de negro me mira con reprobación, a mi y a mi maleta, luego me lleva en coche hasta Los Angeles. Hacemos cinco horas en silencio y pasan bastante deprisa para ser tantas horas. Me suelta en San Fernando y me doy cuenta al darle la mano de que ahora parece más mayor de lo que me pareció al principio. En San Fernando dos mejicanos grandes se acercan y se alejan de mi y se vuelven a acercar, y luego llega el autobús. Al final del camino está Louise. Y Louise me pregunta:

- cómo fue tu viaje.

También me pregunta ¿qué has visto, qué has hecho, qué has comido, me has echado de menos? Yo le digo que no lo sé, yo tengo tantas partes de América, tantas tantas horas de américa, y amantes y mirar a los amantes, mirarlos recoger colillas de cigarro, todos los pueblos, de Washington a California / es duro no morirse a cada momento y hace mucho que no duermo, le digo: no lo sé, es demasiado largo / no lo sé, hace mucho de todo esto. Hace más de media hora. Los muertos tienen mucha curiosidad por saber qué he visto, ninguno de los dos estuvo nunca en el norte, y sólo sé decirles que el norte es como el sur, y como el este y como todas partes, salvo el oeste. ¿No es como el oeste? No, no tiene nada que ver. Comemos algo, luego descansamos y ponemos música porque somos una pequeña familia secreta. Al día siguiente vamos a la playa Louise y yo, nos reímos tanto en el autobús que al final todos los pasajeros están aguantándose las ganas de sonreír, toda la calle aguantándose las ganas, toda la playa, el mundo entero a punto de ponerse a soltar carcajadas de gigante. Vamos a una fiesta en la arena de Venice, cuando ya es totalmente de noche, y bailamos sin decir palabra, millones de tambores, yo cojo una maraca y Louise baila baila baila en el centro del círculo. Luego viene la policía pero los que están acostumbrados a bailar (en la arena) también corren más de prisa, no saben por qué corren pero tienen que correr.

Uno le dice a Louise: qué ojos tan hermosos. Hacemos amigos y encontramos un nuevo dealer, más caro pero más seguro que el que teníamos en el barrio. Nos dice, esperadme ahí, en frente de la liquor store, luego viene en una bicicleta y tira al suelo el paquetito con el hemp envuelto en su número de teléfono. Pensaba que érais policías, ¿por qué? porque ella lleva una cámara. Me gusta estar aquí, le digo a Louise. Todavía es enero, ¿todavía? Y no nos lo podemos creer, y nos seguimos riendo todo el camino hasta realmente cansarnos.

Luego decidimos volver al viejo Sunset Strip, para celebrar la noche, pero cuando estamos a punto de salir nos llama el chico que se quedó sin sitio para dormir. Somos una familia que se expande, recogemos al chico, y seguimos bailando en la calle, en la casa, en el cementerio de los veteranos, hasta que se hace de día y se hace de noche varias veces.