20100129

Los pelícanos de la playa

Los pelícanos de la playa son tan gordos que no pueden mirarte de frente. Les frena el pico. Luego despegan como animales prehistóricos. He dejado a Louise en casa. Desde que enterramos a los muertos hay largos silencios, y tardes con mucho espacio. Hay una maceta nueva en la ventana de la cocina, la lluvia mató a todas las demás plantas y estuvimos apenados por eso una semana entera. Las gaviotas están congregadas en un punto muy concreto y miran la espuma. La espuma es química. Se solidifica al llegar a la orilla y luego sigue su curso caminando deslizándose por la arena. Montones blancos de espuma petrificada, te lo juro, Lou, le digo por teléfono, what is your guess, do you think it's toxic? La luz le da a la espuma de costado y parece un asunto de otra época, y también que recordaré este momento para siempre hasta que muera. Luego la fiesta. Las fiestas en la arena de Venice son siempre de gente que está sola en su éxtasis pero junta bailando, y se pone el sol. Se pone el sol todos los días, todos los días del año. Hoy he venido con el chico, he dejado a Louise en casa. Desde que enterramos a los muertos la música encaja, vamos a los bares y pedimos bloodymarys. Estamos pensando en mudarnos al village, con la gente bien. Cambiarnos el apellido, llevar una vida tranquila. El chico me mira desde lo alto de la jarra de cerveza, y despega otro pelícano, casi de las manos de una señora que intenta dar de comer a las gaviotas, y alguien cae en coma al suelo. Siempre que vemos a alguien morir, y a los firemen no taparle la cabeza para fingir que está bien, nos ponemos a comer palomitas. Desde que enterramos a los muertos. Comemos palomitas entre la gente, de frente a la camilla. Antes teníamos más pudor, y menos conciencia. Yo nunca había visto un pelícano, antes.