En los crateres de Groenlandia la vida es amarilla. Y verde fosforescente y azul liquido, hacia el mar donde flotan las Hislas. Alguna vez me hablo de todo esto y me imagine algo distinto, cosas que no tienen nada que ver con pedazos de agua flotando en el agua. Icebergs que se parten se craquelan se deshacen de su trozo de tierra y se van a altamar (en un sitio en que todo es altamar). Hislas verdaderas porque se van a morir, me dijo ella al dejarla al pie del aeropuerto, hazme caso y mira fijate bien y di oh ante cada cosa que te sorprenda y aqui estoy, mudo, yo no soy de ohes y ella lo sabia, y Louise probablemente no haya estado nunca en Groenlandia, no pueda entenderlo cuando se lo explique, mas adelante.
Luego, al norte de Canada esta la locura, las islas se acumulan y se parten, se quedan cerca pero no se tocan, se mueven como las piezas de una videoconsola y nada las ata mas que algun aeropuerto alli de pronto, solo insolito imposible. Alguna geometria pero siempre humana. Aun quedan lugares en el mundo que nadie nunca querra explorar. Islas por todas partes / Islas que son ciegas y que lo invaden todo, como las plagas.
Ella, que en verdad no me conto tanto, se quedo esperando debajo del avion. Los muertos, que son formales, que no dieron mas que un problema pequeno de sobrepeso al ir a embarcar, estan guardados y duermen en el compartimento del equipaje de mano. Nada saben por tanto de Groenlandia. Nada saben y duermen. Porque este es un momento de soledad extrema, a 52 grados bajo cero.