20090525
sobre la mediocridad (de la puta dentuda II)
Si hablo de la mediocridad me habréis de creer, porque no hablo de ello mientras escucho a Alela Diane, sino con Ohio de Neil Young. Es decir que estoy tranquila. Hay mediocres nacidos con grandes planes y muchas cosas que hacer. Una cosa no quita la otra. Hay quien tiene que cargar con su propia imagen. Si consigo que el tiempo pase sin que me jodan con vídeos se me olvida. La puta absurda se tira al suelo a decir que tiene pánico. Eso debió ocurrir hace tantos siglos que ya ni los nietos están vivos, ni los trajes están vivos, Alda un día vació su armario y se compró cinco trajes negros, Alda se reía tan fuerte, con tanta desvergüenza, que dos o tres, o más, incluso, una sala entera de historiadores del arte, se incomodaban y miraban hacia atrás, hacia su sombra negra y liberada. Tocaba la mandolina en un lugar en el que nos hacían pasar ocho horas al día mandando guardar silencio, su mandolina y después mi ukelele, algo después. Yo siempre después, y siempre mejor detrás. No estoy hablando de la modestia, estoy refiriendo hechos que no tienen nada que ver con la modestia y tampoco con la valentía, estoy diciendo que siempre es mejor estar detrás de la cámara, no que yo lo haga, sino que es mejor, estoy escribiendo palabras indiscutibles. Esto no significa estar callado, no significa no hacer. Alda escribió su tesis sobre el pecado original, la hermana de Alda le daba aún de mamar a su bebé de cuatro años, tirada en el suelo, en el medio del salón, en medio de todos los canales de agua estancada de Venecia. Nada de esto significa rendirse o lamentarse o llorar, significa que yo tengo que estar consciente, saber que la vida corre, que los demás tienen derecho a temer y también a reírse de mi cara llena de dientes, de la puta dentuda.