Una vez estuve en un lugar más allá
del lenguaje, había algo puro cuerpo, ese mismo algo trascendía lo físico. Por lo demás no puede describirse. Oscuridad más carne: luces, carne. Luz más contorno:
infinito oscuro. La noche, la forma que por fin se distingue de la masa de
formas que la ausencia de luz no retrata: existencia pura.
Color físico, no el que tiñe, sino el que viaja por el espacio en
ondas a distintas velocidades. Ácido, peso, distancia, medidas astronómicas. Era un un lugar límite entre mi cuerpo y yo. Era: un
baile, una isla, la muerte. Hay imágenes que se miran y hay imágenes
en que se entra: lugares que sólo se ven si se reconocen. Están los
nombres para las cosas: andamio, gesto, piel, y se deshacen. Un
hilo de lo que pasa a lo que se ve y de lo que se ve a lo que
permanece: se rompe el hilo: un mapa de luz. Mucho silencio. ¿Tuviste frío? ¿Te sentiste solo? Sí. No. Quiénes son, dónde están, nada, distancia del tiempo al negro, tú. Detrás, la puerta. Delante, el
agujero.