Cold Lover viene de mucho tiempo atrás, de cuando no me quedaba nada después de J. Fue a raíz de la noche con Crstbl que oí hablar de los muertos, mientras esperaba en la clínica. De la noche con Crstbl recuerdo que en su cuarto había poco, y lo que había estaba cochambroso y olía raro, hospitales para pretenders, las residencias. Yo era la primera vez que practicaba la sodomía. Era la primera vez que le daba por culo a otro hombre, quiero decir. Se había hecho una raya antes de dormir y había dejado las tarjetas de banco encima de la mesa. También había dejado el disfraz de Blanca Nieves encima de la mesa, había bailado toda la noche, había bebido sólo champán con zumo de naranja, y me había visto, y me había hecho dos preguntas, me había dicho: vete cuando quieras, pero antes oye prométeme una cosa las pruebas las putas pruebas. Crstbl tenía miedo, yo no, querido. No puedo creerlo. Fue el orgasmo más triste de la tierra, correrse sin ver el cielo, como si hubiera llorado toda la tarde. No era un buen día, no era un buen momento, no era verano y todavía pensaba en J., y nada se movía. Eso recuerdo.
Crstbl no le tenía vergüenza a ser pesado y dócil, eso me habría gustado aprenderlo. Guardaba todos los números de teléfono, y los usaba con sus nombres varias veces a la semana. A los amantes hay que llamarlos, los amantes quieren oir la voz, la voz dice cómo estás y qué estás haciendo. Yo le escribía mensajes. Crstbl me decía shame on you, shame on you cold lover.
En el asiento de al lado estaba El Hombre, en la sala de espera, ninguno de los dos sudaba. El Hombre me preguntó: para qué estás aquí, y luego, qué piensas del sexo, y luego, qué piensas de la muerte. Y yo le dije: nada. La nada. Me miró un tiempo largo. Me dio una tarjeta. El Hombre me dijo: llámanos, la enfermera me dijo: siguiente. El Hombre me preguntó: qué pone, la enfermera me preguntó: desea concertar otra cita.
Shame on you Cold Lover. Creo que Crstbl lloró después de aquello pero yo no volví a verlo. Es usted la persona idónea para este asunto, me dijo El Hombre. Tres muertos es suficiente para empezar, me dijo.