20091208

Altos en cocaína

Altos en cocaína, después de una descarga de delirios sobre el futuro, nos ponemos a arrancar trocitos de hierba del campo de fútbol. El campo de fútbol es un campo de fútbol inmenso y se está quemando. No conozco de nada a este chico, este chico muy joven con muchos ojos azules, pero sé que ha venido desde Mérida Mexico o desde Mexicali o desde Mexico o incluso puede que desde Nueva York, y los muertos nos miran desde la ventana. Haría sol, pero es de noche.

Es muy interesante.

Después de arrancar la hierba nos ponemos a cocinar, y después de cocinar sacamos la basura, y después cantamos hit the road jack de dos maneras distintas, y después nos encontramos con un hombre orquesta, y después hacemos una excursión, y por último él dice night dude, y yo digo hey great night stay cool.

Es muy interesante.

Uno de los muertos estudió todo esto. Escribió un par de libros. Uno tuvo éxito y el otro no. En una universidad estudian su libro que tuvo éxito. El muerto me cuenta que hay una diferencia entre necesidad y adicción, y entre costumbre y hábito, y entre los pacientes y los poseídos.
Es muy interesante.

Me mira como si fuera un objeto de estudio, el muerto, me coge con pinzas, me voltea, me mete en un bote de cristal y lo etiqueta, y cada día me alimenta con una pastilla distinta, con gramos de polvos de distintos colores, y luego me pide que describa, y yo describo. Yo veo todas las dimensiones del mundo desde mi bote y las veo a través de los huesos del muerto, y oigo la música deshacerse a veces en números y a veces en forma de hojas de persiana, paralela a sí misma. Y también pruebo todos los sabores que me suben desde la garganta y desde el tabique del cerebro y hablo un rato pero después me canso. Nunca he visto cocodrilos ni lombrices aunque es cierto que hay asco en el perímetro de mi bote, pero queda bastante lejos, el perímetro.

Es muy interesante.
Es muy interesante.
Es Louise, al teléfono, que ya se tomó el respiro suficiente en la frontera y está en un autobús volviendo a casa, yo le digo: te estoy echando de menos, como si se pudiera hablar de amor desde un bote.